Miedo de acudir a terapia

Antes de ir a un psicólogo/a o de tomar cualquier otro tipo de decisión, nuestro cerebro imagina la situación y hace una simulación de la decisión elegida y sus posibles consecuencias
'¿cómo será? ¿será útil? ¿es la mejor opción? ¿y si no tiene solución?'

Aparece el miedo y con él se activan toda una serie de creencias. Estas creencias se han construido en base a lo que piensa la sociedad (los conceptos generales de nuestra cultura) y nuestra experiencia en situaciones similares. Es aquí donde se generan los mitos y se convierten en grandres miedos.

Los mitos

Existen mitos sobre la psicología que generan una gran desconfianza sobre el vínculo y dificultan el proceso de aprendizaje durante la terapia.

  1. Ir al psicólogo/a es de débiles, de locos/as de personas que están 'verdaderamente mal'

Quizás no lo oigas directamete así pero sí con comentarios como '¿vas o vas a ir al psicólogo? ¿tan mal estás?' '¿vas a terapia? pobre... si necesitas algo..' '¿todos tus amigo/as van? maadre mía.. pues sí que están bien..' 'qué dices, pero si yo te veo bien'

Ir a terapia requiere valentía, ya que conlleva tener la autocrítica suficiente para ver que hay un problema o no tengo las herramientas adecuadas, abrir temas que a veces son muy complicados emocionalmente y que implica realizar cambios en los que comprometerse para estar mejor.

No hay nada más contrario a la locura que tener la racionalidad suficiente para darte cuenta de que algo no está yendo bien y se puede cambiar.

Prueba decirte en su lugar: merezco sentirme mejor

2. Yo soy algo psicólogo/a porque sé calar muy bien a la gente, escuchar y dar buenos consejos.

Afirmar que cualquier persona puede ser un psicólogo/a sin una formación académica mínima de 6 años en diagnóstico, análisis e intervención sobre la conducta humana, minimizar la importancia de esta disciplina como ciencia.

Esto resulta bastante peligroso, ya que podría no acudir a terapia por la enorme desconfianza sobre las habilidades del profesional para solucionar mis problemas. Si no confiáramos en el criterio, formación y profesionalidad del médico no nos tomaríamos un tratamiento recetado con la consistencia recomendada y acabaríamos padeciendo el dolor y achaques de la enfermedad de forma inconsistente, lo que resultaría en una recuperación negativa y posible recaída. Esto es lo que sucede cuando aparece esta desconfianza.

Prueba decirte en su lugar: merezco confiar en el criterio de un profesional, creer que puedo estar mejor

3. Los psicólogos/as pueden adivinar y predecir, leer la mente. Saben lo que te pasa antes de que se lo digas.

Afirmaciones como "yo esque soy muy psicólogo/a, me huelo lo que va a pasar o lo que ha pasado" o el miedo a hablar con un psicólogo/a porque "pueda analizarnos"... son dañinas porque insitigan el miedo a que analicen nuestra conducta a conveniencia del terapeuta. No es cierto, los psicólogos a través de la información dada por la persona en sesión y bajo su consentimiento, analizamos y buscamos patrones para tratar de prevenir situaciones o intervenir sobre aquello que le está generando un sufrimiento.

Dotar a los psicólogos de un rasgo manipulativo es como dar por sentado que un cirujano utilice sus conocimientos para traficar con órganos. Los profesionales de la salud debemos trabajar con una ética basada en el beneficio del paciente (código deontológico).

Prueba decirte en su lugar: merezco sentirme seguro/a, en buenas manos.

4. Yo prefiero desahogarme con mis amigos/as

El psicólogo a través de sus propias habilidades es capaz de acoger y transmitir comodidad para hablar de temas muy complicados para la persona, permite el desahogo de la herida pero también el colocar puntos de sutura en la misma. Da herramientas para sanarla y lograr una narrativa más benévola con uno/a mismo/a. Esto implica habilidades para la gestión emocional pero también para analizar las variables que inician y mantienen el problema.

Por lo tanto, el trabajo del psicólogo no es meramente escuchar durante horas problemáticas mientras asiente y apunta cosas en un papel. Se encarga de alimentar la reflexión del paciente y guiar en la adquisición de soluciones. Es el paciente en última instancia, el que tiene la libertad de decidir qué hacer sin ser juzgado.

Prueba decirte en su lugar: merezco profesionalidad, llegar a soluciones.

5. No creo en la psicología, pero si a tí te sirve (la psicología como pseudociencia)

La psicología está basada en la evidencia y en el conocimiento del funcionamiento de la mente humana, es una ciencia y no un acto de fe, ya que responde a un método científico.

La psicología se separa de la filosofía a partir del siglo XIX complementando todo su avance teórico con el desaarrollo empírico a través de los estudios experimentales sobre la conducta.

Si a tí o a algún conocido le sirve o no, no dependerá de la psicología como metodología alternativa a las creencias religiosas, al apoyo espiritual o a la realización de deporte.

La psicología interviene sobre los conflictos cotidianos en las relaciones con los demás y con uno mismo, que se obtengan resultados dependerá de la interacción entre el tipo de terapia, la profesionalidad y la problemática concreta.

Prueba decirte en su lugar: merezco confiar en la ciencia como solución a mis problemas.

5. El psicólogo/a me ayudará diciéndome lo qye tengo que hacer

El trabajo en la terapia psicologógica implica la intervención activa del paciente, esto quiere decir que el mero hecho de acudir no implica mejoras. El paciente debe estar preparado/a para la reflexión sobre las dificultades y tener la predisposición de ejercer cambios en su entorno y en sus propias dinámicas para encontrar cuanto antes mejoras. A menudo existen barreras mentales al cambio (miedos, creencias férreas,...) que hacen que estos cambios deban realizarse de forma más lenta o progresiva.

Por otro lado, el psicólogo/a nunca dirá lo que debes hacer. Su función es hacerte lo más libre posible en tus elecciones, no sentirte más dependiente, por lo que generará formas alternativas de actuación y analizará las posibles consecuencias para que el paciente tome la decisión más congruente consigo mismo/a y le hará sentir mejor a la larga.

Prueba decirte en su lugar: merezco ser libre y responsable de mi crecimiento

6. No me va a entender si no ha pasado por ello (por ej.: si no ha sido madre/padre)

En algunas ocasiones, nos acercamos a personas que han pasado por situaciones parecidas a las nuestras para sentirnos más comprendidas y acompañadas y, aunque esto supone un consuelo, a menudo hace que nos veamos engullidas en una situación de la que ninguna de las dos personas sabemos cómo salir y nos retroalimentamos en esa posición.

Los psicólogos/as estamos formados en conducta y mente humana por lo que comprendemos y podemos empatizar con la situación del otro, por muy dura que sea, sin haber pasado por ella, conmovernos y ayudar sin vernos bloqueados por la 'lástima o pena'. Estamos especializados en aliviar el sufrimiento humano a través del análisis, el acompañamiento, la empatía, la compasión y la enseñanza de habilidades.

Prueba decirte en su lugar: merezco ser comprendido/a y sentirme acogido/a

La vulnerabilidad

Es muy común que aparezcan miedos durante la primera sesión, hablar de aquello que nos hace daño no es nada fácil. Podemos sentir:

  • miedo a sentirme vulnerable
  • miedo a tener que narrar un trauma y no estar preparado
  • miedo a exponerme cuando no lo he hecho antes o si lo he hecho me han herido
  • miedo a confiar en el otro
  • miedo a que sea irresoluble
  • miedo a que piense que es una tontería
  • miedo a que se algo demasiado avergonzante
  • miedo a que el profesional me juzgue por mis decisiones
  • miedo al cambio
  • miedo a sentir falta de control. A no saber cuánto durará, a no saber lo que vendrá...

Todos esos temores son completamente normales y expresárselos al psicólogo/a te ayudarán a resolverlo, ver que no hay nada terrible en ello. 

Mediante información podrás calmar algunos basados en la incertidumbre sobre la terapia psicológica. Para otros, irás aprendiendo nuevas herramientas. El terapeuta preguntará más sobre el problema para poder explicarte qué está pasando y por qué se producen esas inseguridades, generando gran alivio. 

A veces, el objetivo es continuar y seguir trabajando por uno/a aún cuando hay miedo. Acudir a terapia es un camino que no está libre de malestar, pero es un camino diferente que, aunque pueda resultar doloroso en ocasiones, también es reparador y esperanzador.


Y vosotros ¿conocéis algún mito o creencia que os dificulte acudir a terapia? Espero haber podido ayudaros. Un abrazo

- Patricia Rubio Fernández