Ataque de ansiedad infantil

Si un ataque de ansiedad nos asusta a los adultos por estar recibiendo señales físicas descontroladas a nivel fisiológico o un terror intenso a nivel cognitivo... imagina qué desconcertante puede llegar a ser para un niño/a.

Los menores, de forma espontánea, disponen de menos herramientas de regulación y una menor comprensión de las emociones, su funcionamiento y el de su propio mundo interno. No pueden imaginar, al igual que algunos adultos, la relación que pueden estar teniendo sus pensamientos y emociones sobre lo que está experimentando su cuerpo.

Principales detonantes en la infancia

En los adultos el origen de estas reacciones se debe a cómo lidiamos con conflictos emocionales internos o situaciones estresantes muy repetidas en el tiempo. Para los niños también puede producirse por situaciones emocionalmente difíciles de integrar como

  • el duelo por un apérdida importante, 
  • haber presenciado algo traumático
  • ser víctimas de maltrato físico o emocional
  • observar relación de maltrato entre sus padres
  • muchos cambios en el contexto a los que tener que adaptarse: nacimiento de nuevo hermano/a, cambios de casa, de colegio, de país o ciudad,...

Otras veces, la experimentación de sintomatología ansiosa se da ante situaciones novedosas o la elaboración de miedos irracionales muy intensos:

  • a ser evaluados
  • a fracasar, decepcionar o cometer errores
  • al castigo 
  • a ser abandonados a estar solos
  • a dejar de ser amados
  • a la burla, crítica, humillación o vergüenza escolar
  • preocupaciones en torno a la muerte

Signos de ansiedad

Aunque en los más pequeños, los signos más frecuentes de ansiedad sean somáticos (quejas antes de dormir o al despertarse como dolores de tripa, de cabeza, musculares,...), también es posible que tengas ataques de ansiedad o de pánico y adquieran un intenso miedo a que vuelvan a ocurrir, por lo que es fundamental que podamos acoger y explicar que está sucediendo. A continuación te cuento cómo.

Algunos síntomas en la infancia y adolescencia de estos ataques son (se pueden dar 2/+ de estos síntomas):

  • aumento de la frecuencia cardíaca
  • sudoración
  • temblores
  • dificultad respiratoria
  • náuseas y mareos
  • escalofríos o entumecimiento de manos/pies
  • sensación o miedo irracional a morir
  • terror intenso, paralizante

** Miedo irracional a morir

No paniques si el menor verbaliza este síntoma, recuerda que eres el adulto, esta sensación es completamente normal e inofensiva en un ataque de ansiedad. Debemos transmitirle calma y explicar que cuando se nos acelera mucho el cuerpo a veces nuestra cabeza interpreta que estamos en un peligro muy immportante, pero no va a morirse. Le ayudará a sentirse seguro/a.

Cómo intervenir. Qué hacer ante un ataque de pánico o ansiedad

El papel de los adultos es de gran utilidad, aunque no tengamos por qué saber cómo hacerlo. 

A los adultos se nos ha hablado sobre distintas emergencias, en qué consisten y cómo intervenir (infartos, atragantamientos, asfixia,...). Sabemos mantener un rol activo ante estas situaciones, aunque no sean habituales, pero ¿qué hago cuando no hay una dolencia física? ¿llamo a la ambulancia? ¿son los fármacos (ansiolíticos) la única via?

Durante la crisis

  1.   Mantener la calma y no contagiar nuestra propia preocupación.

Los niños aprenden a reaccionar a los estímulos en base a la reacción de sus padres, si ven a un adulto muy nervioso el pánico aumentará alimentando la visión de gravedad sobre la reacción fisiológica.Recuerda que no le va a pasar nada y que eres su referente.

No le digas que no pasa nada y que todo está bien, es totalmente contrario a lo que está experimentando su cuerpo, explica que está sucediendo con tono bajo, seguro y tranquilizador 'se va a pasar, estoy contigo'.

2.   Pon nombre a lo que le sucede. Nos ayuda a amistarnos con ello.

'Estás sintiendo pánico, sé que da mucho miedo y no es nada agradable pero se va a pasar'

3.   Explica de forma senscilla y valida su emoción.

Podemos sentir pánico ante situaciones que nos ponen muy nerviosos, nos bloquean y nos dan miedo, esto solo indica que debemos hablar de ello, abordarlo y coger herramientas para tener algo más de seguridad para enfrentarlo.

4.   Disminuye la sensación de descontrol.

No te va a suceder nada malo, le pasa a mucha gente, estoy contigo.

5.   Dar seguridad y acompañar.

Puedes conseguir pasarlo poco a poco, estoy aquí para enseñarte cómo.

6.   Respirar profundamente.

Mira a su cara y pide que te acompañe respirando, habla en tono bajo y lento 'coge aire por la nariz --' espera '-- suéltalo despacio por la boca'. Guía el ejercicio hablando cada vez más lento para alargar las respiraciones hasta no decir nada y continuar respirando juntos.

Si ves que respirar así es complicado porque va muy de prisa, podéis respirar tapando una fosa nasal y otra alternándolas (contando 5-10seg en voz alta). Tapanado la fosa derecha cojo aire por la izquierda contando hasta 5 y tratando de coger el aire lo más despacio que pueda, suelto el aire por la fosa contraria contando hasta 10. Cojo aire por esta misma fosa (5) y lo suelto por la contraria contando hasta 10 de nuevo.

7.   Anunciar cese.

Cuando veamos que está más tranquilo/a, explica que ya ha pasado. Podemos preguntar si quiere un abrazo o un vaso de agua.

8.   Transmitir disponibilidad.

Preguntar qué tal se encuentra, proponer hacer alguna actividad y hablar después de lo que ha pasado.

Tras la crisis: Tiempo de recarga

Pasar a otra actividad puede ayudar a gestionar el malestar.

Es especialmente importante no hacer actividades exigentes en ese momento, si no aquellas que favorecen la expresión emocional como dibujar, jugar con muñecos o la dinámica que elija el niño/A (podemos dar varias opciones).

En el caso de los adolescentes, pueden querer permanecer en silencio, escuchar música, compartir con sus amigos, etc.

Tras la crisis: Educación

1.   Habla y explica qué ha pasado adaptándolo a su nivel de desarrollo (de forma más simple o compleja, sin mentiras).

Esplica qué es un ataque de pánico y localizalo en el cuerpo. Puedes dibujar a una persona y sus partes del cuerpo. Ayudaa expresar y reconocer dónde y cómo se siente.

2.   Habla sobre el miedo y las preocupaciones.

Qué es el miedo, localizar y normalizar pensamientos como 'me va a pasar algo malo' 'me voy a morir' 'me voy a volver loco' 'me van a dejar solo'. Favorece la expresión de sus miedos antes de intentar decir que no son ciertos y que no se preocpe.

3.   Desmentir los miedos para ayudar a luchar contra ellos.

Primero trata de escuchar para explicar después sus preocupaciones, hechos que demuestran que no va a suceder o es muy poco probable.

4.   Acude a un profesional si persisten los episodios.

Aunque se pase de forma momentánea, os ayudará a padres ye hijos a comprender qué hay detrás y trabjar sobre ello.

No te sientas culpable si no sabes cómo explicarlo o gestionarlo, está en el rol del psicólogo/a hacerlo. Tu papel momo p/madre es apoyar. Tu hijo ya es afortunado si:

escuchas, validas sus emociones, das espacio a asus preocupacionesy no son juzgadas.

Recuerda, haces todo lo que puedes con las herramientas que tienes.

Algunas orientaciones adicionales

En los niños pequeños, puede ser especialmente ngustioso sentir ansiedad por lo que podemos acompañar sin irnos del espacio, mostrando cercannía física (sentarnos al lado).

No debe interpretarse como rabieta o una forma de llamar la atención, si no como una incapacidad para gestionar el malestar.

Permanecemos a su lado guiándole, intentando mantener conexión física cogiéndole de la mano u ofreciendo un elemento de seguridad (ej. peluche favorito). Mientras, insistimos en respirar, calmando a través del tono de voz.

A la larga, irá disminuyendo el nivel de apoyo físico necesario, recordando su capacidad para amnejar la emoción en ocasiones previas, animar a que lo haga respirando y concentrándose.

En terpaia, el uso de juegos o actividades creativas nos permiten expresar nuestras preocupaciones y permiten al niño manejarlas y simular distintas formas de solucionarlas en un entorno seguro. Le ponemos nombre a su preocupación y la hacemos algo digerible, contra loq ue tiene herramientas para enfrentarse.

Siempre a vuestra disposición en consulta. Un abrazo.

- Patricia Rubio Fernández